2.07.2009
La voz de Barcelona
El lingüista
Joan Solà ha señalado este miércoles en un discurso en el Parlamento autonómico de Cataluña que la Constitución Española convierte la lengua catalana en “inferior” y “vergonzante” y que esta lengua ha sido “visceralmente rechazada por los otros pueblos de España”.
Solà, ha sido convocado a petición de la Junta de Portavoces de la Cámara (únicamente se opuso el Grupo Mixto), que ha hecho uso por primera vez en su historia del artículo 178 del reglamento que permite invitar a intervenir ante el pleno a una personalidad relevante por su ’significación institucional, política, social, científica o cultural’.
Se da la insólita circunstancia de que, tal como ha indicado en su presentación el presidente del Parlamento autonómico, Ernest Benach, Solà ha sido invitado por haber recibido el Premio de Honor de las Letras Catalanas, que es otorgado por una entidad independentista privada, Òmnium Cultural, que sobrevive gracias a las generosas subvenciones de la Generalidad.
“Un Estado terrorista”El lingüista, que había manifestado recientemente que “el Estado español es
un Estado terrorista” y que “España es una entidad fundamentalmente militar,
totalitaria, intransigente con la diversidad y no queremos estar sometidos a ella”, ha realizado
un discurso de 21 minutos, continuista con esta línea argumental, que ha terminado con una claramorosa ovación con todos los diputados autonómicos presentes de pie -incluidos los del PSC-, con la única excepción de los de Ciudadanos-Grupo Mixto y los del PP.
En su intervención desde el atril del Parlamento autonómico, Joan Solà ha dicho que “cuando se pactó la Constitución, se cometió la gran debilidad de aceptar la desigualdad legal de las lenguas del Estado. El castellano se convertía soberano, indiscutible, obligatorio, con derechos ilimitados. Las otras lenguas ipso facto se convertían subordinadas, inferiores, voluntarias, vergonzantes“.
“Rechazo claro” del catalán
Se ha referido a “la actitud secular de la inmensa mayoría de los españoles monolingües, afortunadamente no todos, respecto a la diversidad de todo tipo, y concretamente respecto a la diversidad lingüística”, que ha calificado de “monolítica” y a la que ha acusado de haber creado un sentimiento “adverso” y de “rechazo claro” del catalán. “Lo sabe todo el mundo”, ha sentenciado.
Según Solà, “los españoles, entre comillas, no aceptarán nunca que los vascos, los gallegos y nosotros hablemos otra lengua”, y ha asegurado que los catalanes “vivimos continuamente con un sentimiento de impotencia, de limitación radical de nuestra vida ordinaria respecto al resto de españoles, de no ser iguales que los otros españoles sino inferiores en cuanto a derechos y tranquilidad interior y exterior”.
“Modificar nuestras relaciones con España”
“Cuando salimos de nuestro territorio, los que hemos nacido aquí y sentimos como prioritaria nuestra tierra y nuestra lengua, nos movemos por las Españas con un sentimiento de inseguridad, de desazón, siempre temiendo que alguien nos interpele negativamente sobre nuestra forma de ser y de hablar. Esto debería tener consecuencias políticas claras en los partidos de los territorios catalanoparlantes, en el sentido que nos es imprescindible y urgente modificar nuestras relaciones y las reglas de juego con España“, ha añadido.
También ha criticado que mientras “se estudia el catalán en el sagrado vallado de las aulas” no se hayan tomado medidas para evitar que se hable castellano “en el ámbito libre, abierto y alegre del patio”.
“Medios de intoxicación”
Ha arremetido contra los medios de comunicación (”medios de intoxicación”), de los que ha dicho que “intoxican en vez de clarificar la situación [y] denunciar que falla un sistema educativo que no puede proporcionar a la lengua catalana toda la fuerza y la exigencia que necesita en esta sociedad”.Ha insistido en que “somos una comunidad lingüísticamente enferma desde hace muchos años, desde siglos, de hecho” y que “la causa remota pero persistente es la citada actitud hostil del espacio político donde nos ha tocado vivir, hacia toda ley de diversidad”.
La lengua es “como la sangre”
Para Solà, “la lengua, para las personas que la tenemos como patrimonio, es tan inseparable de nosotros mismos como lo es la sangre, como lo es cualquier aspecto de nuestra personalidad, el nombre que tenemos o el color de la piel“.
Y ha propuesto soluciones: “No podemos aceptar vivir más tiempo con el estigma de ser una colectividad mal encajada en el espacio político que nos ha tocado, ser unos individuos disminuidos respecto a los que se sienten plenamente y orgullosamente españoles”.
“Visceralmente rechazada por los otros pueblos de España”
“Tal vez ya es hora de que los parlamentarios y todos los otros ciudadanos que tenemos alguna responsabilidad nos propusiésemos hacer recular de la piel de toro la ideología integrista y reduccionista. No sé cómo, pero si hemos de continuar conviviendo con los otros pueblos de este espacio, esto ha de ser imprescindible. Nos hace falta llegar a una situación comparable, al menos, con la de Suiza, Bélgica o Canadá”, ha espetado.
Solà ha concluido: “La lengua propia del país […] no puede, ni quiere, sentirse ni un minuto más una lengua degradada, subordinada políticamente, incansablemente y de mil maneras atacada por los poderes mediáticos, visceralmente rechazada por los otros pueblos de España. Esta lengua no puede, ni quiere, sentirse ni un minuto más inferior a ninguna otra”.